RATA
DE BIBLIOTECA
En el escrito del día 28 de julio, en su
blog, mi querida esposa, me define textualmente como: “Rata de biblioteca”
Al leer dicha frase no me sentí ofendido aun cuando, como todo el mundo sabe, se aplica despectivamente para definir a una persona que pasa demasiado tiempo entre libros.
Ni que decir tiene que no es éste mi caso, sin ocultar por ello mi moderada afición a la lectura.
Para mí, el paraíso no es un tipo de biblioteca, como dijera Borges
Sin embargo, es curioso observar, cómo después de casi cuarenta años de conocernos, con más de la mitad de ellos conviviendo, mi esposa mantienen opiniones sobre mi que concibió al poco de conocernos y aún cuando haya verificado una y mil veces en este tiempo la falsedad de dichas opiniones.
Al leer dicha frase no me sentí ofendido aun cuando, como todo el mundo sabe, se aplica despectivamente para definir a una persona que pasa demasiado tiempo entre libros.
Ni que decir tiene que no es éste mi caso, sin ocultar por ello mi moderada afición a la lectura.
Para mí, el paraíso no es un tipo de biblioteca, como dijera Borges
Sin embargo, es curioso observar, cómo después de casi cuarenta años de conocernos, con más de la mitad de ellos conviviendo, mi esposa mantienen opiniones sobre mi que concibió al poco de conocernos y aún cuando haya verificado una y mil veces en este tiempo la falsedad de dichas opiniones.
Quisiera pues que se juzgara la sinrazón
relatando las circunstancias que rodearon la primera vez que mi mujer me llamó
rara de biblioteca.
Circunstancias que bien podrían entrar en
el campo de los fenómenos paranormales, y que por tanto recuerdo con meridiana
claridad por su excepcionalidad